martes, 17 de marzo de 2009

Capítulo XII. El vacío.

Se puede decir que a veces desconocemos todas aquellas cosas que nos perturban y no podemos evitar ocultarlo. En otras ocasiones sabemos que nos ocurre algo y pretendemos esconderlo, quizá por miedo, quizá por inmadurez... El caso es que sin embargo en otras, sabemos que algo nos incomoda y pretendemos aparentar que desconocemos la razón a pesar de conocerla, al menos por ese instante...
Quizá todo se podría solucionar si somos capaces de abrirnos más a las amistades o quizá, dichos miedos sean meramente despreciables e insignificantes carecientes de valor alguno. En cualquier caso descubro que abrir los ojos me suele disgustar, contemplar únicamente lo que deseo ver, es lo que me he dispuesto a hacer toda mi vida, cuando otros cesaron al terminar la infancia. Pero de todas formas nunca me he planteado hacerlo y a veces un gran obstáculo invisible para mi percepción se topa en mi camino, y así, cuando padezco en el suelo lamentandome del dolor de la caída, no hago más que llorar por continuar con mi postura ignorante, cerrada a la Realidad. De este modo, es en este momento en el cual me planteo si una engañada sonrisa procedente de un mundo que no existe puede llegar a tener más valor que la oscuridad del vacío absoluto.

···MNDR···

3 comentarios:

Anónimo dijo...

NADA, ni el más vacío absoluto, es un absoluto vacío. Incluso a él lo llenamos con aquello que queremos. El problema es el contenido que nos hemos dispuesto a introducir en él, no la forma que éste tiene (como diría mamá).

un beso

Anónimo dijo...

Comer chocolate antes de dormir provoca pesadillas. Una vez sabido esto, sepa usted que nosotros, como los niños, no tenemos miedo a los desconocidos y, sin embargo, no podemos dormir por la noche por pesadillas o cosas que inventamos o fantaseamos.

Anónimo dijo...

vaya mierda de blog