Capítulo XIII. La verdad.

Bajo la luna, un corazón ebrio.
que recuerda aquel pasado,
y grita arrepentido y serio.
Peligrosa es la histeria cuando existen armas sobre la mesa. La furia calienta las venas y tus pulmones se vuelven de sulfuro.
Vuelvan sobre la voluntad y someten el destino según su codicia.
Yo recuerdo aquel pasado y de mi sueño fui prisionero.
Pasado el tiempo vivo en libertad condicionada, sin embargo aún amordazado y también supervisado...

Es crucial aceptar la afirmación, es mi tumba aceptar un no.

Mas las costuras de la poca cordura que dormía en mis ojos se ha partido en número impar.
Trece en este caso. En un capítulo trece, donde esta noche, volar está prohibido y un sueño... perdido.
Bajo la luna, hay un corazón ebrio, que recuerda pues aquel pasado y grita arrepentido y serio.

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Capítulo XII. El vacío.

Se puede decir que a veces desconocemos todas aquellas cosas que nos perturban y no podemos evitar ocultarlo. En otras ocasiones sabemos que nos ocurre algo y pretendemos esconderlo, quizá por miedo, quizá por inmadurez... El caso es que sin embargo en otras, sabemos que algo nos incomoda y pretendemos aparentar que desconocemos la razón a pesar de conocerla, al menos por ese instante...

Quizá todo se podría solucionar si somos capaces de abrirnos más a las amistades o quizá, dichos miedos sean meramente despreciables e insignificantes carecientes de valor alguno. En cualquier caso descubro que abrir los ojos me suele disgustar, contemplar únicamente lo que deseo ver, es lo que me he dispuesto a hacer toda mi vida, cuando otros cesaron al terminar la infancia. Pero de todas formas nunca me he planteado hacerlo y a veces un gran obstáculo invisible para mi percepción se topa en mi camino, y así, cuando padezco en el suelo lamentandome del dolor de la caída, no hago más que llorar por continuar con mi postura ignorante, cerrada a la Realidad. De este modo, es en este momento en el cual me planteo si una engañada sonrisa procedente de un mundo que no existe puede llegar a tener más valor que la oscuridad del vacío absoluto.

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Capítulo XI. Reflejos de luna llena.

Hoy la luna llena me ha preguntado si estaba lista para lucir su gala. Quería saber si tenía espejos para sonreir. Lágrimas bajo el rayo, llantos de noche eterna. Ella siempre melancólica y fría. Misteriosa y cálida. Todo al mismo tiempo. Susurra y me controla. Sabe mis temores, conoce mis daños, y pregunta por sus reflejos. Estoy y no estoy, duermo en los sueños, pero no sueño cuando duermo. Pero ella sabía algo más. Hace años soñaba en azul, poco despues en violeta... ahora en blanco y negro, pero ayer solo en blanco, sin haber negro. Lloré. Grité y morí. Se que nadie lo sabe, pero ella me comprende y me abraza con su luz. Volveré a verla en unos días. Pero quien sabe di ya habré dejado de dormir por temor... a no soñar.

Me despido, dulce y bella luna.

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