martes, 20 de enero de 2009

Capítulo IV. No he dejado de pensar en ello.

Buscaba una razón por la cual dormir esta noche, pero mis ojos insomnes me propusieron la noche en vela. Escuchaba los sonidos del exterior, las gotas de lluvia en la ventana, los abrires y cerrares de las puertas, el crujir de la noche...
Al amanecer soñé con un precipicio. Descendía. El vacío. Oscuro. Negro. La nada. El vértigo.
Mis manos se agarraron a las cadenas hechas sábanas, mis piernas empezaron a tener frío.
Gríté, me incorporé, apenas podía respirar.
Mi habitación era más grande... estaba oscura, pero una luz cálida procedente de velas que noe xistían alumbraba mi pared más cercana.
Lo observé. Sudaba. Tenía calor.
De pronto mis sábanas empezaron a convertirse en hielo.
Lo sentí. Tiritaba. Tenía frío.
Un ruido eterno violó aquél silencio armonioso.
Lo escuche. Me tapé los oídos. Tenía miedo.
Cerré mis ojos con mucha fuerza. Abracé mi almohada y volví a gritar.
Me desperté. No había sol... era un día nublado, era de esperar.
Hoy... no he dejado de pensar en ello.

···MNDR···

1 comentario:

edu_art dijo...

no hay porqué preocuparse.
mañana verás el sol.