miércoles, 20 de agosto de 2008

Café descaverdado


Hoy me apetece narrar...
Se despertó aquella mañana, como otra cualquiera. Distante consigo mismo y soñoliento.
Y ayudándose con los brazos para guiarse por el pasillo, se dirigió hacia la cocina.
En ese momento se preguntó porqué se habría sentado en la silla del comedor, si no tenía apetito para probar bocado.
Ante los momentos de observar durante indefinidos segundos a una de las baldosas de la pared, comenzó a escuchar el segundero del enorme reloj que se encontraba en lo alto de la puerta. En ese preciso instante un sentimiento de humillación le invadió hasta los pies. Como si un cubo de agua sucia se hubiese derramado por todo su cuerpo, hasta quedar completamente mojado... comenzó lentamente a sentirse mal consigo mismo... y no quería recordar el motivo.
Quizás los recuerdos de las cosas por las que nos arrepentimos hagan frente al hambre.
Quizás, pero hoy había tormenta en la memoria.
Había correo esa mañana. Dos facturas que no estaban dirigidas a su nombre y una sin remitente con su apellido en el destinatario del sobre.Volvió a la cocina de nuevo, y retomó la idea de tomar algo, aunque sea un vaso de leche. Decididamente, comenzó a abrir el sobre mientras daba pequeños sorbos a su deficiente desayuno.
"No puedo aguantar más ver, que todo lo que te enseñé, lo hagas a escondidas con él..."
Los cristales del vaso que contenía la leche, y no se quedaron en su mano, cayeron estrepitosamente al suelo...
Las flechas de la culpabilidad le hicieron herida abierta en la piel.
Dejó de leer, pues la niebla que artificialmente creó esa mañana en su memoria para no querer recordar su conciencia, se despejó por un sol acusador.
Un sol de verdad como el de aquella mañana, que fue hija de una noche de mil y una mentiras...
El engaño y la mentira suelen esconderse en el más oscuro rincón del cajónde los remordimientos.
Aún le debía tanto... y le pagó su deuda con sucias mentiras...
... [ S C N S ] ...